Hablar sobre el tema de la muerte, no es sencillo, pues
aunque sea lo más certero que nos ocurrirá en la vida, preferimos no nombrarla
sino hasta que “toca a nuestra puerta”. Y si la muerte es un tema complicado
para muchos, será de mayor impacto y complejidad cuando la causa de la misma
fue por suicidio. Tan sólo nombrar el hecho puede resultar sumamente incómodo,
impactante, por tanto a veces se disfraza o se minimiza ya que nos parece de
mal gusto hablar de ello o también porque puede contactarnos con nuestra propia
finitud o con la de nuestros seres queridos.
Y si
conjuntamos estas dos condiciones, la muerte por suicidio, aunado a que quien
lo cometió fue una persona joven, sumada a todas las reacciones antes citadas,
probablemente surgirá una pregunta de manera recurrente: ¿cómo alguien decide
terminar con su propia vida, teniendo tantas posibilidades por delante?
Muchas son las motivaciones o causas que se le atribuyen al suicidio: depresión, desajustes en los neurotransmisores, problemas familiares o sociales y a final de cuentas, los motivos reales por los que la persona decide terminar con su vida, sólo él/ella lo sabía. Lo cierto es que la persona muy probablemente experimentaba una profunda desesperanza y se ve sobrepasado en sus recursos personales, creyendo que sólo la muerte sería la salida más conveniente.
Muchas son las motivaciones o causas que se le atribuyen al suicidio: depresión, desajustes en los neurotransmisores, problemas familiares o sociales y a final de cuentas, los motivos reales por los que la persona decide terminar con su vida, sólo él/ella lo sabía. Lo cierto es que la persona muy probablemente experimentaba una profunda desesperanza y se ve sobrepasado en sus recursos personales, creyendo que sólo la muerte sería la salida más conveniente.
Ante hechos como este,
surgen también ciertos cuestionamientos sobre la situación familiar que vivía
la persona, si habría problemas o no, si era una familia unida, etc. Lo
anterior, es una pregunta que es compleja para responder, pues sólo los
miembros que conformaban ese grupo saben qué situaciones había al interior del mismo
y quienes estamos fuera jamás tendremos la calidad de jueces para señalar de
algún modo, pues cada caso es tan único, como única es la persona.
Lo que
sí es cierto, es que uno de los papeles fundamentales de la familia debe ser el
soporte emocional y la base para el crecimiento integral del individuo, donde
se supone que sus miembros deben encontrar un espacio de aceptación, confianza,
ayuda mutua, respeto e inclusión, lo cual muchas veces no se tiene. Con lo
anterior no se quiere decir que cada persona que se suicida, proviene de una
familia disfuncional, pues el suicidio como bien se sabe es multicausal.
De aquí
la importancia de proveer a la familia de las herramientas necesarias para
cumplir con su razón de ser, las cuales muchas veces no se poseen o no se han
desarrollado, esto con el objetivo de que ningún miembro de la familia sea
susceptible a la posibilidad de un suicidio y si se está presentando una
posibilidad de que se lleve a cabo, saber cuál debe de ser la manera más
efectiva de reaccionar y de cuáles recursos echar mano para afrontar esta
situación.
Ante las condiciones que se
han dado últimamente en nuestra ciudad, que claramente duelen y de la del cual
ninguno de nosotros hemos sido ajenos, se implementan medidas por parte del
gobierno y la sociedad para de paliar los efectos que estos hechos producen, se
ponen en marcha acciones para contener la crisis, que ciertamente son muy
importantes y necesarias, sin embargo será ineludible reflexionar en la
importancia de la prevención, como herramienta básica y así evita que dichos
casos se presenten o sean los menos.
Trabajar desde este enfoque
preventivo, en el fortalecimiento de las familias permitirá que cada miembro de
ella se sienta que se pertenece a “algún lugar”, que se es reconocido, evitando
así la segregación, la no valoración. Logrando que se comprenda el rol de cada
miembro, es decir, los padres como guías y protectores, los hijos siendo
depositarios de la orientación y cuidado por parte de sus padres para desarrollarse
adecuadamente para la vida, se obtendrán mejores ciudadanos y por tanto una
mejor sociedad.
Y una
mejor sociedad, más humana, más comprensiva, más preocupada por sus miembros,
cuando alguno de sus miembros haya caído en la desesperanza y piensan que no
existe alternativa más que la muerte, se brinde la certeza de que existe
esperanza de una vida mejor, cambiando la percepción “nublada” de los hechos
cotidianos, aprendiendo o re-aprendiendo a ver la vida como una experiencia
llena de buenas posibilidades…
Que ningún joven más, muera sin esperanza…
MTB. Patricia Hernandez
MTB. Patricia Hernandez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario